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—No, Abbey, por favor no mates a mi hijo—dijo la joven llorando mientras intentaba ponerse frente a su pequeño. —Por favor, es el único que me queda, te lo suplico, por favor, perdónanos—sollozaba y se arrodilló, rogando a los lobos que los dejaran en paz. Ignorando su súplica, uno de los lobos la a...