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Capítulo 6: Salvar a Vykhor

Sentada en su escritorio, Evelyn pasa una mano temblorosa sobre la superficie de madera, su mente hipermnésica zumbando con actividad. Cada pensamiento encaja en su lugar a una velocidad vertiginosa, como un rompecabezas que se completa sin que ella necesite pensarlo conscientemente. Frente a ella, los instrumentos médicos están alineados ordenadamente, pero su mente ya está en otro lugar, mucho más allá del simple acto de curar.

Piensa en Vykhor, ese ser de fascinante complejidad, pero más aún, en el trato inhumano que parece estar soportando. Su cuerpo, marcado por heridas demasiado antiguas para ser recientes, su mirada dura e inescrutable—todo en él grita de un sufrimiento que no puede ignorar. No se trata solo de curiosidad científica, aunque su mente no puede evitar sentirse cautivada por la tecnología Kael'Tarien, especialmente la prótesis que muere por examinar más de cerca. No, lo que la impulsa es la justicia—o más bien, la flagrante injusticia que está presenciando.

Vykhor está siendo torturado. Es una certeza en su mente, un pensamiento que no puede sacudirse. Lo siente, lo sabe. Y esa realidad despierta recuerdos en ella que preferiría olvidar. Los años pasados en ese laboratorio clandestino, observada como una rata de laboratorio, explotada por científicos sin alma... Ese mismo dolor, esa misma impotencia. Solo pensarlo hace que viejas heridas dentro de ella se reaviven, heridas que nunca han sanado del todo.

No, no puede permitir que esto continúe. No otra vez. No esta vez.

Se levanta de su escritorio y comienza a reunir sus cosas con precisión. Sus movimientos son medidos, rápidos, eficientes. Cada instrumento que elige, cada jeringa, cada bisturí, es seleccionado con cuidado—no solo para tratar a Vykhor, sino para darle una oportunidad. Ha tomado su decisión. Va a curarlo. Va a reparar esa prótesis. Así que también empaca herramientas de precisión que serán útiles. Y si todo sale según lo planeado, él tendrá una oportunidad de escapar.

Por supuesto, sabe que es arriesgado. Si Kane descubre lo que está haciendo, está acabada. Probablemente arrestada, interrogada, y quién sabe qué más le harían. Pero Evelyn ya está varios pasos adelante. Su mente hipermnésica está constantemente analizando posibles escenarios, resultados, riesgos, e incluso las probabilidades de éxito. Siempre hay una salida, piensa. Siempre una escapatoria, incluso si tiene que crearla ella misma.

Mientras empaca cuidadosamente los instrumentos en su bolsa, su mente sigue calculando, anticipando cada detalle. Necesita planear su propia fuga, preparar un Plan B, un Plan C, en caso de que las cosas salgan mal. Conoce esta base, cómo opera, y ya está trazando mentalmente las rutas que podría tomar para desaparecer si es necesario.

Pero más allá de la estrategia, otro pensamiento la impulsa—uno más visceral, más personal: las palabras del Dr. Griffin. Recuerda esas palabras que conoce de memoria, grabadas en su mente como un faro en la oscuridad: “Vive una vida llena de significado y bondad.” Haz lo correcto. Esa siempre había sido su estrella guía. Y frente a la situación actual, nada parece más correcto que ayudar a Vykhor a recuperar su libertad, incluso si eso significa exponerse a un peligro inmenso.

Este alienígena no merece este trato. No más de lo que ella mereció lo que pasó en ese laboratorio secreto. Y si puede ayudarlo, lo hará—sin importar el costo. Porque tiene que ser fiel a lo que el Dr. Griffin le enseñó: haz lo correcto, incluso cuando sea peligroso.

Una última mirada a su escritorio. Todo está listo. Ella está lista. En su mente, los planes ya se están desarrollando, anticipando cada obstáculo, cada posibilidad. No puede evitar sonreír para sus adentros. Los militares piensan que tienen el control, pero están subestimando de lo que ella es capaz. Están subestimando su determinación.

Evelyn sabe que está jugando con fuego, pero está lista. Siempre está varios pasos adelante. Y esta vez, está decidida a asegurarse de que Vykhor, al igual que ella, tenga una oportunidad de sobrevivir.

Unas horas después, Evelyn caminaba con pasos decididos por los fríos y austeros pasillos de la base militar, su bolso golpeando ligeramente contra su cadera con cada paso. El peso de la bolsa no era por su tamaño, sino por su contenido: herramientas de precisión, instrumentos médicos avanzados—todo lo que pudo reunir para intentar reparar la prótesis de Vykhor. Sabía que el tiempo podría estar en su contra, que las condiciones estaban lejos de ser ideales, pero no podía quedarse de brazos cruzados. Su mente hipermnésica corría con el pensamiento de esta primera sesión de tratamiento, de lo que podría descubrir, y lo más importante, de lo que podría hacer para ayudar a este ser misterioso.

Al entrar en la sala donde Vykhor estaba retenido, inmediatamente sintió la tensión en el aire. Él seguía sentado en la mesa médica, pero esta vez, la observaba con una intensidad que era casi palpable. El silencio entre ellos era pesado, pero Evelyn trató de no dejarse intimidar. Estaba acostumbrada a trabajar en entornos de alta presión, pero el aura de amenaza y misterio que irradiaba Vykhor era algo que nunca había encontrado antes.

Dejó su bolsa sobre una mesa cercana y comenzó a sacar las herramientas que necesitaría, sus movimientos precisos y metódicos. Vykhor la observaba en silencio, sus ojos amarillos siguiendo cada uno de sus movimientos. No dijo nada, pero ella podía sentir su desconfianza, su hostilidad contenida. Sin embargo, Evelyn también notó algo más en su mirada: un destello de interés, quizás incluso curiosidad, bien oculto detrás de su máscara de indiferencia.

Evelyn se volvió hacia él, una leve sonrisa en sus labios, tratando de aliviar un poco la tensión entre ellos.

—Bien, veamos qué podemos hacer por ti —dijo suavemente, su voz resonando en la sala vacía—. No prometo milagros, pero haré lo mejor que pueda.

Se acercó a él con cautela, examinando de cerca las heridas más graves. Algunas eran profundas, causadas por el accidente, mientras que otras eran más superficiales, claramente resultado del maltrato que había sufrido desde su captura. Comenzó limpiando las heridas, aplicando antisépticos y suturando los desgarros con una precisión casi quirúrgica. Durante todo el proceso, Vykhor permaneció en silencio, su mirada fija en ella, aunque Evelyn podía sentir cada músculo de su cuerpo tenso bajo sus dedos. Estaba en guardia, listo para reaccionar ante el menor indicio de peligro.

Como de costumbre, Evelyn comenzó a hablar mientras trabajaba. Había descubierto que eso la ayudaba a organizar sus pensamientos, a calmar la incesante actividad de su mente hipermnésica.

—Sabes, nunca he trabajado en alguien como tú antes —dijo, su tono ligero y casi divertido, como si hablara consigo misma—. Pero siempre me han gustado los desafíos... y tú definitivamente eres uno. Esta prótesis tuya es fascinante. Necesitaría mucho más tiempo para estudiarla adecuadamente, pero por ahora, voy a intentar restaurar algunas funciones básicas.

Vykhor no respondió, pero Evelyn siguió hablando, sus manos moviéndose hábilmente sobre la prótesis dañada. Conectó varios cables, ajustó circuitos, todo mientras se concentraba en las señales débiles que emanaban del dispositivo.

—Creo que si puedo restaurar algunas conexiones aquí... y allá... sí, esto podría funcionar. Pero realmente necesitaría herramientas especializadas para una reparación completa. Tal vez podría traer algunas discretamente...

Se detuvo por un momento, sintiendo la mirada penetrante de Vykhor sobre ella.

—Estoy hablando demasiado, ¿verdad? Lo siento, es una costumbre. Los niños piensan que es divertido, pero supongo que no es muy profesional —intentó sonreír, pero solo recibió un silencio impenetrable a cambio. Aun así, siguió adelante, sin desanimarse por la falta de reacción. Si podía aliviar un poco la desconfianza de Vykhor, aunque fuera solo un poco, haría que lo que tenía en mente fuera más fácil.

Después de terminar el cuidado más urgente, Evelyn se apartó ligeramente para evaluar su trabajo. Sabía que había hecho lo mejor que podía con el tiempo y los recursos limitados disponibles. Pero aún quedaba mucho por hacer. Por ahora, había estabilizado a Vykhor, pero sabía que no duraría para siempre.

Guardó sus herramientas, evitando cuidadosamente la mirada del Coronel Kane mientras salía de la sala. Una vez en el pasillo, respiró hondo, tratando de calmar la tormenta que se gestaba dentro de ella. El sentido de la injusticia, los recuerdos del laboratorio y los experimentos que había soportado—todo estaba resurgiendo. Pero sabía que tenía que mantenerse enfocada. Su mente, siempre zumbando, ya estaba planeando los próximos pasos.

Evelyn regresó a los alojamientos temporales que le habían asignado, una pequeña habitación sin alma, lejos del confort al que se había acostumbrado. Se sentó en la cama, el peso de los eventos del día finalmente hundiéndose. Sacó su cuaderno, hojeando las páginas hasta llegar a la que tenía cuidadosamente guardada la carta del Dr. Griffin. Leyó esas palabras nuevamente, palabras que habían guiado muchas de sus decisiones.

Sabía lo que tenía que hacer. No se trataba solo de ciencia o curiosidad. Se trataba de justicia, de hacer lo correcto, sin importar los riesgos. Evelyn cerró su cuaderno con determinación. El primer paso estaba hecho, pero la parte más difícil aún estaba por venir. Necesitaba encontrar una manera de reparar completamente la prótesis de Vykhor, de ponerlo de pie nuevamente, y planear su escape—todo bajo la atenta mirada del Coronel Kane y sus secuaces.

Evelyn apretó el colgante en forma de estrella alrededor de su cuello, pensando en Lily y la promesa que se había hecho a sí misma. Sin importar los peligros, seguiría lo que su corazón le decía. Se levantó y se preparó para la noche, sabiendo que el mañana traería más batallas silenciosas, planes ocultos y una carrera contra el tiempo para salvar a un ser que, en el fondo, podría ser más parecido a ella de lo que quería admitir.

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