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De la escuela

Él sonrió, pero su sonrisa no era la habitual que hacía que mi corazón se acelerara. —Novio, eso es lo que soy para ti y eso es lo que tu madre sabrá que soy.

Medí su rostro por un segundo. Estaba plano, frío. —Está bien...

—¿Entonces me quedo a cenar?

—Um... no. Necesito decírselo primero. —Tragué ...