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Vientos amargos de educación física

—¿Por dónde empiezo?

—¿Qué tal... empezar desde el día que lo conociste? Dijiste que lo conociste en un club de ajedrez al que solías ir con tu madre.

—¿Leíste mi diario? —Pero mi voz sonaba más sorprendida que indignada.

De repente, se inclinó sobre mí, su rostro una máscara de culpa.

—Por favor, ...