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Cachonda

—¿Gatos o perros? —pregunté en un desesperado intento mientras yacíamos uno al lado del otro mirando las estrellas titilantes sobre nuestras cabezas.

Roman cerró los ojos y se perdió en el momento; yo no podía permitirme relajarme del todo. Lo observaba de cerca, siempre temerosa de que desaparecie...