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Un padre enfadado

Finalmente llegamos al pueblo de mi madre, que está a unas dos horas de Edea. El viaje transcurrió en un silencio absoluto. Mi madre evitó mirarme durante todo el trayecto. Además, la tristeza se podía leer en su rostro desde lejos. A pesar de eso, finalmente llegamos al pueblo y mi abuela nos recib...