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Naufragio de Havoc

En cinco minutos, Anna y yo íbamos a salir al patio trasero de su castillo. Estábamos rodeadas de una docena de doncellas y guardias en el comedor, charlando. Todos estaban llenos de sonrisas, bebidas y siendo muy amables.

Pero yo, yo era un manojo de nervios. Me sentía tan enferma que mi mano segu...