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Capítulo 31.

Aiden.

Un contrato más en la vida del abogado.

Esas malditas palabras solo ponían a hervir mi sangre. Creyéndose conocedores de todo lo comentaron como si la diversión por la vida ajena fuera su pilar de vida.

Apagué el televisor. Era una de las razones por las cuales evitaba estar al pendiente d...