Reclamada por el despiadado CEO

Para pagar por los pecados cometidos por Luisa Duarte contra su familia, Edmund Stark se acerca a su hermana, Isabella, con una agenda oculta. La atrapa en un contrato de matrimonio forzado, pero las cosas no salen como él planeaba.
¿Podrán arreglar sus diferencias y disfrutar de su matrimonio o terminarán divorciándose?
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—¡Te lo dije antes, eres mía! ¡Te casarás conmigo y tendrás mis hijos y serás mi propiedad hasta el día en que uno de nosotros muera! —gruñó, perdiendo la paciencia.
—¿Voy a ser tu posesión, tu prisionera? —lo miró con toda su fuerza.
—¡Llámalo como quieras! ¡No tienes a dónde escapar! —declaró antes de jalarla hacia su regazo, sujetándola fuertemente en sus brazos.
Aplastó sus labios contra los de ella, forzando su lengua en su boca. Contra su voluntad, su cuerpo se relajó en respuesta, perdió la capacidad de respirar. No podía oír, no podía ver, no podía sentir nada más, excepto a Edmund tomando su boca como un hombre que se ahoga y necesita oxígeno.
‘¡Isabella es jodidamente mía! ¡Mi mujer! ¡Nada va a cambiar eso!’