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Desperté la maldición

—¡Baja de una maldita vez, Jade!

Empezó a reducir la velocidad un poco y lo escuché gruñir. Al abrir los brazos, sentí el viento.

—Beau, esto es muy divertido —exclamé.

Él tocó mis nalgas. Chillé de alegría y grité fuerte.

—¡Soy libre!

—¡Baja, Jade, te juro por Dios!

Me reí aún más fuerte de s...