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Sí, lo soy

El Sr. Olsen salió de la casa familiar enfadado. Gina, que notó el estado de ánimo de su hermano, decidió dejarlo en paz a menos que quisiera provocar su ira. El Sr. Olsen estaba casi en la empresa cuando recibió una notificación de un correo enviado a él. Lo revisó y coincidía con la información que su padre le había dado. Su mano se apretó en el volante mientras conducía furioso.

En cuanto llegó a la empresa, marcó un número.

—Quiero que esos bienes sean liberados —ordenó y colgó. Caminó con gracia hacia su oficina.


Katherine estiró la mano para coger su teléfono que estaba sonando mientras se daba la vuelta en la cama. Sin revisar quién llamaba, contestó.

—Katherine —dijo una voz sutil en cuanto se puso el teléfono en la oreja.

—Sí —respondió.

—Soy Ren —dijo el interlocutor. Fue entonces cuando Katherine revisó la llamada y descubrió que era un número desconocido.

—¿Por qué me llamas? —preguntó Katherine enfadada.

—Por favor, Kat —suplicó Ren. Katherine resopló.

—¿Dónde estás? Fui a tu trabajo pero me dijeron que estás entre los trabajadores que fueron despedidos —inquirió Ren.

—¿Qué tiene que ver dónde estoy contigo? Además, ¿qué te importa que me hayan despedido? —replicó Katherine.

—Kat, lo siento. Te extraño. Quiero que vuelvas. Te amo —Ren estaba al borde de romperse.

—¡No! No me amas. ¡No lo haces! Si me amaras como dices, no habrías hecho lo que hiciste —dijo Katherine y colgó la llamada.

Katherine se acurrucó en la cama mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. No podía negar que extrañaba a Ren, pero aún le dolía cada vez que escuchaba su nombre. Su teléfono siguió sonando hasta que decidió contestar.

—¿Dónde nos encontramos? —preguntó Katherine, mezclando su voz llorosa con una firme.

—Te recogeré. ¿Dónde estás? —preguntó Ren.

—Estoy en casa —dijo Katherine.

—Estaré allí en treinta minutos —dijo Ren.

—Ok —Katherine terminó la llamada.

Se levantó de la cama y fue a prepararse. Se vistió con una falda larga de flores y un top corto sin mangas. Se aplicó un poco de maquillaje para ocultar su tristeza. En menos de veinticinco minutos, Katherine estaba lista. Escuchó el timbre de la puerta.

Ren se contuvo de abrazar a Katherine en cuanto abrió la puerta.

—¿Vamos? —preguntó Ren. Katherine asintió y salió antes de cerrar la puerta con llave. Katherine se puso el cinturón de seguridad en cuanto entró al coche y miró por la ventana. Ren siguió conduciendo, mirando la carretera y a Katherine de vez en cuando. Finalmente, Ren se detuvo en un restaurante.

—Aquí estamos —dijo Ren a Katherine, quien asintió y bajó del coche. Ren extendió su mano para que Katherine pusiera la suya sobre ella. Katherine resistió el impulso de poner su mano sobre la de él.

—Vamos adentro —dijo Katherine. Ren asintió. Ambos entraron al restaurante.

—¿Qué te gustaría pedir? —preguntó Ren.

—Agua estará bien —respondió Katherine.

—Puedes pedir otras cosas como... —Ren fue interrumpido.

—Agua y terminemos esta reunión —dijo Katherine.

—Está bien —Ren asintió y pidió agua. La trajeron en un minuto.

—Sé que he cometido grandes errores y no será fácil para ti perdonarme, pero lo siento mucho. Desde que te fuiste, sentí que mi mundo se derrumbaba. Ya no puedo concentrarme en el trabajo porque ocupas mis pensamientos. No puedo ayudarme a mí mismo. Traté de aceptar que no me quieres como yo a ti, pero todo lo que siento es que mi corazón se desgarra. No puedo vivir sin ti. Katherine, por favor, vuelve conmigo. Te amo —dijo Ren. Katherine suspiró profundamente mientras intentaba controlarse para no llorar y lo logró.

—Ren, te entiendo muy bien. No es que no te ame. Aún te amo, pero tu mamá. Tu mamá es impredecible y no sería agradable si muero a manos de tu mamá —dijo Katherine.

—Kat, lo que importa es que nos amamos. Las demás cosas no importan —dijo Ren.

Katherine sonrió.

—Las demás cosas importan. Si el amor es ciego, no dice que los amantes también deban serlo —dijo Katherine.

—Kat, lo sé, pero... —Ren se quedó en silencio—. Nos amamos y eso es lo que más importa —dijo.

—Vuelve a la realidad, por mucho que te ame, no puedo poner en peligro mi vida —dijo Katherine. Ren no dijo nada.

Tanto Ren como Katherine estaban perdidos en sus pensamientos cuando alguien agarró a Katherine.

—¡Oye, perra! ¿Qué haces con mi prometido? —preguntó una mujer. Al mirar hacia arriba, Katherine descubrió que era la mujer con la que Ren le había sido infiel.

—¡Mary! Deja esto —Ren intentó detener a la mujer, pero ella lo empujó y le dio a Katherine una bofetada sonora. Katherine estaba demasiado atónita para reaccionar.

—Cazafortunas. Prostituta. Ladrona de prometidos —maldijo Mary mientras zarandeaba a Katherine de un lado a otro, mientras Ren intentaba detenerla.

—Oye —una voz llamó, lo que hizo que todos miraran en su dirección.

—Katherine, querida. ¿Qué pasó? ¿Por qué esta molestia te está sujetando así? —Jake se acercó a donde estaba Katherine y fulminó con la mirada a Mary, quien instantáneamente la soltó. Ren estaba en shock. Todo sucedió tan rápido que Katherine no pudo asimilarlo.

—Y tú, señor —Jake se dirigió a Ren—, ¿cuántas veces te tengo que decir que te alejes de mi amorcito? Ella no te ama, ¿verdad? —preguntó a Katherine, quien asintió en respuesta—. ¿Ves? Saca a tu novia de aquí antes de que llame a la policía —Jake le dio a Ren una mirada severa que hizo que Ren tragara saliva. Ren llevó a Mary fuera del restaurante.

Jake llevó a Katherine, que aún estaba en shock, a la suite VIP que había reservado para él.

—Hola —Jake agitó su mano frente a su cara. Katherine recuperó la compostura y las lágrimas que había contenido comenzaron a fluir libremente. Jake suspiró. Pidió comida para él y Katherine.

—Deberías comer para reenergizarte —dijo Jake mientras ya empezaba a comer.

—¿Era Ren? —preguntó Jake.

—¿Cómo supiste de él? —preguntó Katherine.

—Me hablaste de él indirectamente cuando estabas borracha la primera vez que te conocí. Un viernes, si no recuerdo mal —dijo Jake. Katherine no dijo nada.

—Pensé que habías terminado con él —dijo Jake. Katherine miró a Jake e intentó sonreír, pero falló y terminó llorando.


Ren condujo furioso a su casa.

—¿Quieres matarnos? —le gritó Mary.

—¿Cuál es tu utilidad en la tierra estando viva? —respondió Ren. Ren condujo hasta su casa y bajó del coche sin estacionar bien. Mary también salió del coche y lo siguió adentro.

—Sal de mi casa, perra —gritó Ren a Mary. Mary resopló y se sentó en un sofá.

—¡Dije que salgas de mi casa! —los ojos de Ren estaban inyectados de ira.

—¿Y si no lo hago? ¿Qué quieres hacer? —respondió Mary.

—¿Qué quiero hacer, eh? —preguntó Ren.

—Sí. ¿Qué? —lo desafió Mary. Ren se acercó a Mary y le dio una bofetada tan fuerte que su huella quedó en su cara.

—Si no sales ahora, haré más que esto —amenazó Ren. Mary, que se sujetaba la mejilla con lágrimas corriendo por su rostro, recogió su bolso y se fue, pero se detuvo cuando llegó a la puerta.

—Esa perra ya tiene novio y tú aún eliges quedarte con ella en lugar de conmigo, que llevo a tu hijo —dicho esto, Mary se fue. Ren se quedó perdido en sus pensamientos mientras la realidad lo golpeaba. Ese tipo. Ese tipo es el novio de Katherine y Mary lleva a su hijo. Ren intentó suprimir su ira apretando el puño. Cerró el puño hasta que sus nudillos se pusieron blancos. Después de respirar profundamente por un tiempo, marcó el número de Katherine.


Jake estaba consolando a Katherine, que no paraba de llorar, cuando su teléfono sonó. Revisó la llamada y descubrió que era Ren.

—¿Ren? —preguntó Jake. Katherine asintió. Jake le quitó el teléfono y contestó antes de ponerlo en altavoz.

—Me mentiste. Katherine, me mentiste. Me dijiste que me amabas, pero todo era mentira. Ese tipo es tu novio, ¿verdad? ¿Lo es? —preguntó Ren enfadado. Katherine solo miró a Jake con lágrimas en los ojos.

—¿No puedes contestarme? ¿Es tu novio, no es así? —Ren siguió despotricando.

—Sí, lo soy. ¿Algún problema con eso? —respondió Jake con voz calmada. Katherine jadeó e intentó recuperar su teléfono de Jake, pero él la miró fijamente, lo que la dejó inmóvil.

Ren rió siniestramente.

—Incluso eres tú quien contestó su llamada. Bueno, déjame decirte, ella es mía. Es mía para siempre y por siempre —dijo Ren.

—En tus sueños —respondió Jake y terminó la llamada.

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