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58. Voces, pasos y lágrimas

En la oscuridad del bosque, ahora no bañado por la luz de la luna, Soraia permanece en la rama del árbol —para un humano, un lugar perfecto para acalambrarse— con los ojos cerrados y en el cielo —que no contempla— densas nubes negras que una vez cubrieron la luna, ahora se dispersan silenciosamente ...