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88. Caminos del dolor

—Entonces, Maya, ¿qué vas a hacer de ahora en adelante? —preguntó Verónica, ambas en el garaje de la casa, escondidas y apoyadas detrás de los coches—. Ya era de noche y las luces estaban encendidas—no es que hiciera alguna diferencia para Maya si las luces estaban brillantes o no.

—No entiendo muc...