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08

Mis ojos se abren de par en par mientras miro mi vestido rasgado, luego vuelvo a mirar a los ojos del alfa salvaje que está frente a mí.

—¡Arrodíllate!

Gruñe, sus ojos volviéndose de un tono más oscuro, y sin necesidad de que me lo repita; me arrodillo ante él, mis ojos fijos en las baldosas lisas...