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Más que amigos

—Mélie...—la llamó desesperadamente.

—Tenemos un hijo, Ken.

Silencio.

—Jajajaja—comenzó como una risa débil y gutural, luego se convirtió en carcajadas.

—¡Tienes un hijo!—comentó con desprecio—¡Deberías haberme dicho que eres otra Lizzy Gold que se metió en la cama con un multimillonario por fam...