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Capítulo cincuenta y cinco

—Doctor, ¿qué sucede? —preguntó Zena con calma.

—¡Te lo dije antes, no me llames doctor! ¡Soy enfermera! —declaró la enfermera con brusquedad mientras intentaba con todas sus fuerzas introducir la inyección en la piel de Zena, lo cual parecía difícil, y se preguntaba—. ¿No lo estoy haciendo bien? ¡...