Read with BonusRead with Bonus

Capítulo treinta y cinco

El cielo sabe exactamente por qué bostecé, y nunca me ha fallado, no es mi culpa estar bendecido de esta manera, tal vez sea porque soy un alma bendita.

Veo a quien deseo, y ahí está, justo frente a mí, en mi palma, puedo tomarla con solo un chasquido de mis dedos.

Anoche fue solo una probada, rec...