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No es de extrañar que sea el hombre más rico del pueblo. ¡Soy solo su juguete o mascota, y es tan generoso! ¡Estas ropas, zapatos y joyas! ¡Debe costar una fortuna! pensó Miya.

Eligió un vestido y se lo puso. Mientras se miraba en el espejo, se le ocurrió una idea. Solo necesito vender algunos conj...