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Miya siguió a la jefa de las sirvientas por el pasillo alfombrado. Estaba tan silencioso que podía escuchar su propia respiración. Se detuvieron frente a una de las habitaciones.

—Señora Uba, esta es su habitación. Avíseme si necesita algo —dijo la jefa de las sirvientas amablemente.

—¿Dónde está ...