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— ¡Mi hija... nuestra hija! —dijo ella y rompió a llorar.

— ¿Hija? ¿Tu hija? ¿La encontraste? —preguntó él sorprendido.

— ¡No es solo mi hija, es nuestra hija! —gritó ella.

Leo se burló y fue a sentarse. Giró la silla y la enfrentó de nuevo.

— ¿Cómo puedo estar seguro de que la niña es mía? Y ad...