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Capítulo treinta y uno

Me estremezco al pensarlo. Me pregunto, aunque sea brevemente, qué me otorgaría mi verdadera espada. ¿Tengo una espada hermana? ¿O es mi espada una de las menos deseables? Esas que te hacen amable o desinteresado. Esas que te dan sabiduría. O peor aún, la Espada Silenciosa. Estas son espadas que eli...