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Capítulo treinta

Frunzo el ceño al verlos. Luleka me devuelve la mirada con el ceño fruncido. Mondo aparta la vista. Sonrío.

—¿Así que me buscaron? ¿Como equipo? —los señalo—. Genial.

—Jaja —Mlondo deja su muffin y toma un sorbo de café—. No es gracioso.

Luleka mira por la ventana.

—Lo siento. Mi madrastra y su ...