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Capítulo diez

—Hola —dice ella, extendiendo la mano para un apretón—. Soy Nevaeh N. Nevaeh.

¡Por el amor de Dios!

Me vuelvo hacia ella.

—Por favor, dime que la N no significa otro Nevaeh.

—No. Es solo una N. No significa nada.

¿Cómo puede ser?

Extraño.

Frunzo el ceño.

—Eso es inusual. ¿Tienes un segundo n...