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Número 28

—¡Lorelei! ¡Lorelei!—Luna C la llamó repetidamente, pero, por supuesto, ella no se detuvo. Salió corriendo de la habitación siguiéndola para consolarla.

La víctima del día se quedó en medio de la habitación, con la cabeza baja y ambas manos colocadas frente a él mientras contemplaba qué hacer. Sabí...