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Capítulo 5

Rachel

Estaba sentada en el sofá de mi sala, con la laptop abierta frente a mí, la pantalla iluminando mi rostro cansado. La sensación de estar al borde de un precipicio era abrumadora. Melissa me había animado a seguir adelante y, después de muchas dudas, finalmente me inscribí en el sitio web de acompañantes de lujo. Ahora, solo estaba esperando una respuesta, y la ansiedad me consumía.

Abrí la última foto que había tomado, una imagen mía en un vestido elegante, para comprobar que todo estuviera en orden. Había intentado capturar una apariencia sofisticada y segura, aunque me sentía todo menos eso. Las fotos habían sido un desafío; traté de lucir natural y seductora, pero cada clic del obturador me recordaba la desesperada situación en la que me encontraba.

Cerré los ojos y respiré hondo, tratando de calmar el tumulto dentro de mí. La idea de exponerme de esta manera era desconcertante. Había compartido las fotos en el sitio web, llenado todos los campos del perfil e incluso descrito mis intereses y límites. Sin embargo, la incertidumbre sobre el futuro y el miedo a lo desconocido me mantenían en un estado constante de nerviosismo.

Cada vez que el teléfono vibraba, mi corazón daba un vuelco. Cada notificación era una esperanza fugaz, pero hasta ahora, nada. No había recibido ningún mensaje ni oferta desde que creé el perfil, y esto solo aumentaba mi angustia. Me preguntaba si estaba haciendo algo mal o si la competencia era simplemente feroz. La idea de que tal vez nadie estuviera interesado en mí era desgarradora.

Miré la pantalla de la laptop, donde mi perfil estaba abierto. La descripción que escribí parecía tan pequeña e irrelevante comparada con mis preocupaciones reales. Me obligué a leer nuevamente las palabras que escribí: “Estoy aquí para explorar nuevas posibilidades y estoy abierta a diferentes experiencias. Si buscas a alguien con quien estar que sea sofisticada e inteligente, quizás podría ser una buena elección.”

La verdad es que, al escribir estas palabras, estaba tratando de encontrar una manera de mantener mi dignidad, incluso cuando sentía que estaba a punto de perderlo todo. Cada día sin una respuesta se sentía como una eternidad, y sentía un vacío creciente en el estómago. La necesidad de dinero era urgente, pero el miedo a comprometerme con algo para lo que no estaba preparada era igualmente abrumador.

La ansiedad me hizo levantarme del sofá y empezar a caminar por la habitación. Mi apartamento se sentía como un laberinto de incertidumbre y miedo. Pasé las manos por mi cabello, tratando de distraerme de la sensación de estar en un callejón sin salida. Pensé en las facturas que necesitaba pagar, el tratamiento de mi madre, y cómo todo esto dependía de un simple clic de alguien en algún lugar.

Estaba sentada en el sofá, la luz de la laptop parpadeando en mi rostro, cuando finalmente decidí abrir el mensaje del sitio web. Mi corazón latía con fuerza, y sentí mariposas en el estómago mientras leía las palabras que aparecían en la pantalla. Era un usuario interesado que quería ver más fotos y estaba dispuesto a pagar por ellas. El mensaje decía:

—Hola. Vi tu perfil y estoy interesado. Me gustaría saber cuál es el precio por fotos de tu cuerpo. ¿Cuánto cobras por cada foto?

Sentí una mezcla de alivio y nerviosismo. Finalmente, una oportunidad concreta. Respiré hondo y, con una mezcla de valentía y vacilación, respondí:

—Hola. El precio por cada foto es de 100 dólares.

Mis manos temblaban un poco mientras enviaba el mensaje. Miré la laptop, esperando la respuesta. Minutos después, apareció una nueva notificación de mensaje en la pantalla, y me apresuré a leerla. El usuario respondió rápida y directamente:

—Entendido. Pagaré 500 dólares. Me gustaría recibir una foto tuya en solo bragas y sujetador, dos fotos en solo bragas y dos fotos sin bragas.

Mi estómago se hundió al leer el pedido. La idea de tomar estas fotos me incomodaba, pero la necesidad de dinero y la promesa de un pago inmediato eran innegables. Con el corazón pesado y la mente llena de incertidumbre, decidí seguir adelante.

Saqué la cámara de mi celular y me preparé para la tarea. Me miré en el espejo, tratando de convencerme de que esto era solo una transacción, algo que necesitaba hacer para resolver mi desesperada situación. Con un suspiro, comencé a prepararme.

Primero, me puse la lencería que mejor coincidía con la imagen que quería proyectar. Era un conjunto de sujetador y bragas negras, que había elegido con la esperanza de crear un look elegante y sofisticado. Tomé las primeras fotos según lo solicitado, tratando de mantener una expresión neutral, pero mi mente estaba en otra parte, pensando en las facturas y la salud de mi madre.

Después de enviar las fotos en sujetador y bragas, me preparé para tomar las fotos restantes. Desnudándome parcialmente, sentí una oleada de vergüenza e incomodidad, pero me obligué a continuar. Las dos fotos solo en bragas fueron un desafío emocional, pero las fotos sin bragas fueron aún más difíciles de hacer. Era consciente de que estaba cruzando una línea importante, pero la necesidad de dinero me mantenía en marcha.

Cada clic de la cámara parecía resonar en mi mente, aumentando la sensación de desconexión entre lo que estaba haciendo y por qué lo estaba haciendo. Finalmente, terminé y envié las fotos restantes. La expectativa de recibir el pago era lo único que me mantenía razonablemente tranquila.

Mientras esperaba la confirmación del pago, me senté en el sofá, tratando de procesar todo lo que estaba sucediendo. El dinero, que estaba a solo unos clics de distancia, se sentía como un premio inalcanzable en medio de todo el caos emocional que estaba experimentando.

Cuando apareció la notificación de que el pago había sido recibido, una ola de alivio y gratitud me invadió.

Estaba empezando a acostumbrarme a la idea de vender mis fotos, pero cuando apareció un nuevo mensaje en la pantalla, no esperaba lo que estaba a punto de leer. El usuario del sitio web, el mismo que había comprado las fotos, estaba de vuelta, y su mensaje era una invitación.

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