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—Finalmente, pensé que nunca llegarían —exclamó Rose al abrirnos la puerta—. Pasen, la cena está lista.

La casa de Rose era enorme. Parecía más un palacio que una casa. Los pisos eran de mármol, las barandillas de las escaleras eran de caoba ornamentada, tallada y pulida hasta brillar. Los retratos...