




Capítulo 6 Rompiendo toda pretensión
Nunca esperaron encontrar a Emma en el baño, y mucho menos que dijera esas cosas.
En el pasillo del hospital, parecía que el tiempo se había detenido. Emma miraba a Anna con una furia que estaba a punto de explotar. La tensión era palpable. Después de su última pelea, la rabia de Emma hacia Anna estaba fuera de control.
—¡Eres una perra!— siseó Emma, su voz como hielo. —¡Usaste a George para tu propio beneficio, eres una serpiente sin vergüenza!
—¡Idiota, cómo te atreves a hablarle así a Anna! ¡Te lo estás buscando!— Olivia, furiosa, volvió a golpear a Emma.
Anna solo sonrió, sus ojos llenos de travesura, totalmente imperturbable. —Eres hilarante. Una huérfana sin nadie que te cuide, ¿crees que puedes insultarme? ¿Piensas que estar del 'lado correcto' te hace mejor?
—¡Tu desvergüenza me enferma!— replicó Emma, su ira ardiendo. —¡Harás cualquier cosa para conseguir lo que quieres, eres repugnante!
Emma ya había renunciado al vínculo familiar que una vez valoró. La supuesta hermandad era solo una gran mentira.
—¿Repugnante?— la voz de Anna goteaba sarcasmo. —Solo estoy luchando por mi felicidad, ¿y tú crees que puedes quitarme algo que nunca fue tuyo?
—¡Siempre justificas tu egoísmo!— Emma estaba tan enojada que apenas podía controlarse. —¡Nuestro matrimonio fue arreglado por Charles, no es algo que puedas destruir con tus intrigas!
—Si realmente estuvieras tan segura, no estarías aquí— Anna se acercó, sus ojos llameando. —¡Tienes que divorciarte de él!
Mirando a Anna y Olivia, Emma solo rió. —Sigue soñando. Nunca me divorciaré de él. ¡Seré la esposa de George para siempre!
—¡Emma, no te pases!— Anna estaba furiosa. —¡No dejaré que ganes!
—Ya he ganado. Todos en Lakeside Haven saben que la esposa de George soy yo, no tú.
Con eso, Emma se dio la vuelta y se alejó, ignorando las maldiciones furiosas de Anna.
Emma dejó el TeleHealth Hospital y se dirigió al CyberMed Hospital.
Estaba preocupada de que la aventura de la noche anterior con George y la paliza que recibió pudieran afectar al bebé.
Miró a su alrededor a las mujeres embarazadas, todas con sus maridos atentos, y sintió una punzada de dolor. A diferencia de ellas, estaba sola. George estaba con Anna, no con ella.
Un hombre cercano sonrió a su esposa, —Sé que es difícil estar embarazada, y como no puedo hacerlo por ti, estoy aquí contigo.
Emma se sintió aún más amargada, su envidia evidente.
De repente, hubo un alboroto, y el personal del hospital se apresuró. —¡Rápido! ¡Una mujer está de parto, hagan espacio!
El corazón de Emma dio un vuelco. Vio a una joven embarazada, pálida y agarrada de la mano de su esposo, con miedo en los ojos. El esposo le apretaba la mano con fuerza, su voz calmada y reconfortante, —No te preocupes, estoy aquí. Todo saldrá bien.
Emma estaba atónita, sintiendo una punzada de envidia y celos. Observó a la pareja, anhelando que alguien estuviera allí para ella de esa manera. George se había casado con ella, pero fue un matrimonio forzado, no uno de amor.
La sala era un torbellino de actividad mientras los médicos trabajaban para ayudar a la mujer en labor de parto. Emma estaba pegada a la escena, rezando en silencio, —Espero que tenga un parto sin complicaciones.
Antes de que terminaran de atender a la mujer, los resultados de las pruebas de Emma llegaron.
Afortunadamente, el bebé estaba bien.
Emma vagó afuera por un rato antes de dirigirse a casa. Solía amar esa casa, amaba esperar a que George regresara.
Pero ahora, se sentía como una prisión.
Al entrar, vio a George en el sofá. Sus rasgos afilados estaban nublados de ira.
—¿Acabas de ir a ver a Anna otra vez?— la voz de George era fría como el hielo.