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Capítulo veintitrés

La lluvia seguía cayendo, proyectando una luz gris alrededor del coche. Las ventanas se habían empañado, y por un minuto no hice nada más que observar la lluvia. Los faros de los coches parpadeaban a través del parabrisas delantero, pero no estaba ni cerca de oscurecer.

Chubs eventualmente encendió...