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Capítulo veinte

LA ÚNICA BALA CORTÓ UN CAMINO directamente por el centro de la minivan, saliendo por el parabrisas. Por un momento, ninguno de nosotros hizo nada más que mirar el agujero y la telaraña de grietas que se extendían desde él.

—¡Santo ciel...!— Liam puso el coche en marcha, pisando el acelerador a fond...