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¡Vamos, niña, respira!

La historia de Sebastián

Salté a ese río sin pensarlo dos veces, dejando mi dolor muy atrás, ya que el instinto de mi lobo era tan fuerte como lo fue en el restaurante cuando marqué a Bella como mi compañera. Ignoré todas las señales y seguí el grito directamente al agua. La mujer que segundos ...