Read with BonusRead with Bonus

Ocho

—¿Vas a quedarte ahí todo el día o vas a entrenar?— preguntó como si no fuera él quien me dejó allí.

No pude ocultar mi vergüenza. Mis ojos se encontraron con los de Meredith. No podía hacer nada más que rezar para que no muriera de tanta ira, porque su cara estaba roja de tanto enojo.

Caminé apre...