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EL BOSQUE REGALADO

—Siofra, Siofra— podía escuchar a alguien decir mi nombre en un susurro mientras el viento me rodeaba. Tenía los ojos cerrados mientras intentaba concentrarme en la voz que desesperadamente llamaba mi nombre.

—Siofra, Siofra—. Cuando escuché con atención, comencé a reconocer esa voz como la de Alma...