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Capítulo 40

Mientras estaban allí en el oscuro bosque, el aire se había vuelto quieto y silencioso a su alrededor. Incluso los sonidos de las hojas susurrantes y los grillos chirriantes se habían desvanecido, permitiendo que el zumbido en sus oídos tomara su lugar. Hemera no podía moverse ni hablar, sus ojos fi...