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Capítulo 8-caos

El cuerpo de la pequeña rebelde seguía temblando, sus piernas apretaban mi cintura, presionaba su cara contra mis sienes y dejaba escapar un gemido que sonaba como un sollozo desde su boca.

Su cavidad genital no era mucho más grande que mi glande, muy suave y caliente por dentro, acuosa y húmeda, y...