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Epílogo

Quince meses después

El pitido de mi teléfono llamó mi atención mientras lo miraba y empujaba mi silla giratoria con ruedas hacia él para cogerlo. Era un mensaje de Caleb y decía:

—Aterrizaré a las ocho de la noche.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro al leer su mensaje. Ha pasado más de un año desd...