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CAPÍTULO TREINTA Y TRES

CAPÍTULO TREINTA Y TRES

El hambre le mordía el estómago.

Cora estaba hambrienta y tan malditamente sedienta. Mike le había dado una botella de agua, pero no confiaba lo suficiente en él como para beber un poco. Sus ojos se movían rápidamente por la pequeña habitación oscura. Hacía frío y olía mal....