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Capítulo 30

Cuanto más nos adentrábamos en el bosque, más opresiva se volvía la atmósfera. El aire estaba cargado con una sensación de peligro, la magia del bosque viva y vigilante. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, todos mis instintos en alerta máxima. Entonces, de la opresiva quietud, un gruñido bajo y...