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Capítulo 8

POV de Anthony

Mi sueño había sido inquieto, perturbado por el peso de la incertidumbre que se había asentado sobre mis hombros. La búsqueda de Daisy, mi compañera desaparecida, se había convertido en una obsesión que consumía todo, eclipsando todo lo demás en mi vida. Su ausencia había creado un vacío que nada podía llenar, y las preguntas que atormentaban mi mente eran implacables.

En las primeras horas de la mañana, cuando la primera luz del amanecer se filtraba por las cortinas, me despertó de golpe el sonido estridente de mi teléfono. Sobresaltado y desorientado, busqué a tientas el dispositivo, con el corazón acelerado mientras contestaba la llamada. La voz al otro lado era una que reconocí de inmediato —era Matt, un aliado de confianza y un amigo que había jugado un papel crucial en mi vida.

—Anthony— la voz de Matt llevaba un sentido de urgencia, cortando la somnolencia que se había aferrado a mí —He encontrado algo.

Sus palabras fueron como un rayo, electrificando mis sentidos y desterrando los restos de sueño. La promesa de información, de una posible pista en la búsqueda de Daisy, me llenó de una oleada de esperanza y temor.

—¿Qué es, Matt? Dime— exigí, con la voz cargada de una mezcla de anticipación y frustración. La búsqueda de Daisy nos había llevado por innumerables callejones sin salida, y cada nueva pieza de información era una espada de doble filo, ofreciendo esperanza y decepción en igual medida.

Matt no perdió tiempo en ir al grano.

—Logré averiguar la universidad donde Daisy está estudiando actualmente. Es estudiante en la Universidad Woodland, Anthony.

Universidad Woodland. El nombre me provocó un sobresalto de reconocimiento, ya que era una institución prestigiosa conocida por su excelencia académica. Saber que Daisy estaba allí, persiguiendo su educación, trajo una avalancha de emociones. Pero también planteó una miríada de preguntas, como por qué no se había puesto en contacto conmigo y por qué había desaparecido en primer lugar.

La noticia desató un torbellino de emociones dentro de mí, y luché por contener la mezcla turbulenta de esperanza, ansiedad y enojo que corría por mis venas. El hecho de que Daisy estuviera al alcance, asistiendo a una universidad no muy lejos de donde yo estaba, encendió una feroz determinación en mí. Necesitaba encontrarla, entender por qué se había ido y traerla de vuelta a mi vida.

Pero había otro pensamiento que comenzó a arraigarse en mi mente, uno que no podía ignorar. Si Daisy estaba estudiando en la Universidad Woodland, presentaba una oportunidad, una chance de estar cerca de ella, de vigilarla y asegurar su seguridad. No podía dejar que se me escapara de nuevo.

—Matt, necesito otro favor— comencé, con la voz baja y determinada —¿Hay alguna manera de que me ayudes a conseguir un trabajo en la Universidad Woodland?

La solicitud quedó en el aire, cargada de significado. Era un movimiento audaz, y sabía que sería recibido con desafíos y complicaciones. Pero estaba dispuesto a enfrentarlos todos, por la oportunidad de estar cerca de Daisy, protegerla y descubrir los secretos que la habían alejado.

Matt dudó por un momento, su voz teñida de preocupación.

—Anthony, no será fácil. Los puestos en la universidad son muy competitivos, y el proceso puede llevar tiempo. ¿Estás seguro de esto?

Mi respuesta fue firme, un reflejo de la profundidad de mi determinación.

—Estoy seguro, Matt. Haré lo que sea necesario.

La conversación con Matt me dejó con un sentido de propósito, una energía renovada que me impulsaba hacia adelante. El conocimiento del paradero de Daisy era un faro de esperanza, y la oportunidad de estar cerca de ella, incluso en una capacidad diferente, era una oportunidad que no podía dejar pasar.

A medida que el sol continuaba su ascenso en el cielo, comencé a hacer arreglos, contactando a conocidos y explorando posibles oportunidades de trabajo en la Universidad Woodland. Era un proceso complejo y desafiante, pero mi resolución era inquebrantable. Estaba decidido a cerrar la brecha que nos había separado, descubrir la verdad de su desaparición y traerla de vuelta a mi vida.

Los días que siguieron estuvieron llenos de un torbellino de preparativos y entrevistas, mientras navegaba por el competitivo mundo académico. Era un camino diferente, muy lejos de mi rol anterior como Alfa, pero estaba dispuesto a adaptarme y enfrentar los desafíos que se presentaran.

A pesar de la incertidumbre y los obstáculos, no podía evitar sentir un sentido de optimismo. La perspectiva de estar cerca de Daisy, de vigilarla y de estar listo para ofrecer apoyo cuando estuviera lista para regresar, era una fuerza impulsora que alimentaba mi determinación.

El primer día que pisé el campus de la Universidad Woodland fue un día lleno de anticipación y temor. Había tomado la decisión de asumir un nuevo rol como profesor, un camino muy alejado de mi vida anterior como Alfa. Fue un cambio impulsado por mi incansable búsqueda de Daisy, mi compañera desaparecida.

Al entrar en la universidad, la grandeza de la institución parecía rodearme, un marcado contraste con los entornos naturales de la Manada que había dejado atrás. Los pasillos estaban llenos del murmullo de los estudiantes, la energía de un nuevo año académico palpable en el aire. No pude evitar sentir una sensación de desconexión, como si fuera un extraño en una tierra extranjera.

La primera clase que tenía programada para enseñar era un momento trascendental, y era difícil ignorar los nervios que se agitaban dentro de mí. Había pasado incontables horas preparándome, asegurándome de que mi conocimiento y materiales estuvieran actualizados. Pero era el tumulto emocional lo que más me afectaba, el saber que Daisy podría estar entre los estudiantes que encontraría.

Al entrar en el aula, los estudiantes comenzaron a entrar, sus rostros una mezcla de curiosidad e incertidumbre. Tomé mi lugar al frente de la sala, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho mientras esperaba la llegada de mis alumnos. El primer día de clase siempre era un torbellino de presentaciones e información, y no podía permitirme estar distraído.

Pero entonces, como si el universo mismo conspirara en mi contra, ella entró. Daisy. La visión de ella, parada en el umbral del aula, me congeló en el lugar. Por un momento, el tiempo pareció detenerse cuando nuestras miradas se encontraron. El reconocimiento en su mirada reflejaba el mío, y era como si el mundo se hubiera reducido a solo nosotros dos.

La realización me golpeó como una ola, una avalancha de emociones que amenazaban con abrumarme. Daisy estaba aquí, en la misma sala, al alcance de mi mano. El anhelo que me había atormentado durante tanto tiempo surgió a la superficie, y fue una lucha recuperar la compostura. No podía permitirme dejar que mis emociones me dominaran, no cuando estaba en una sala llena de estudiantes.

Me obligué a romper la mirada, a apartar la vista y recuperar el enfoque. Fue un esfuerzo hercúleo, pero no podía dejar que mis emociones pusieran en peligro mi rol como profesor. Tenía que seguir adelante, continuar con la clase, actuar como si ver a Daisy de nuevo fuera solo una coincidencia, un giro del destino.

Mientras comenzaba la lección, mi voz llevaba un tono de desapego, una máscara que usaba para ocultar el torbellino de emociones que rugían dentro de mí. No podía permitirme mostrar debilidad, no cuando tenía una clase que liderar. Pero era una batalla, una lucha constante por mantener mis pensamientos bajo control.

La campana sonó, señalando el final de la clase, y los estudiantes comenzaron a recoger sus pertenencias y salir del aula. Me quedé al frente, con la mirada fija en la puerta, esperando una oportunidad para hablar con Daisy. Necesitaba respuestas, necesitaba entender por qué había desaparecido, y necesitaba encontrar una manera de traerla de vuelta a mi vida.

Pero al pasar junto a mí, un aroma llegó a mis fosas nasales. Era el inconfundible olor de un macho, y puso a mi lobo en alerta. Los instintos primarios dentro de mí se agitaron, amenazando con liberarse. Tuve que luchar por el control, apretando los puños y cerrando los ojos para recuperar la compostura.

Cuando finalmente abrí los ojos, Daisy ya se había ido, desaparecida en el mar de estudiantes. Había perdido mi oportunidad, y la frustración y el enojo surgieron dentro de mí. Era como si el destino estuviera jugando conmigo, dándome un vistazo de lo que anhelaba y luego arrebatándomelo.

No podía permitirme perder el control, no en medio de la universidad, y respiré hondo para calmarme. El aroma que quedaba en el aire era un enigma, uno que necesitaba resolver. ¿Quién era el macho que había cruzado caminos con Daisy, y qué conexión tenía con ella?

El primer día de clase había sido tumultuoso, lleno de emociones y desafíos. Me había puesto cara a cara con Daisy, un momento que había anhelado, y sin embargo, también había planteado nuevas preguntas y misterios. El camino por delante era incierto, pero mi determinación de encontrar respuestas y traer a Daisy de vuelta a mi vida seguía siendo inquebrantable.

Mientras veía a los estudiantes salir del aula, supe que el viaje apenas había comenzado. Las complejidades de nuestro pasado, los secretos que habían alejado a Daisy y los desafíos que nos esperaban eran todos parte del intrincado tapiz de nuestras vidas. El futuro era incierto, pero estaba dispuesto a enfrentarlo de frente, a descubrir la verdad y a asegurarme de que nuestro amor perdurara.

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