Read with BonusRead with Bonus

A: AD7

Semanas habían pasado, y la ausencia de Daisy en mi vida se había convertido en un vacío insoportable que no podía ignorar. Ella había desaparecido, como si nunca hubiera existido. Mi búsqueda en línea no arrojó nada; Daisy no dejó rastro en las redes sociales. Era como si se hubiera evaporado de la faz de la tierra.

La desesperación y la preocupación me carcomían sin cesar, y el vacío que dejó dolía como una herida abierta. No podía soportar más la incertidumbre, y hasta Brianna comenzó a preocuparse. Ella contactó a Mia, esperando alguna pista sobre el paradero de Daisy, pero Mia estaba tan perdida como el resto de nosotros.

Estaba a la deriva en un mar de preguntas sin respuesta, mi lobo cada vez más inquieto y agitado con cada día que pasaba. El vínculo entre un lobo y su pareja era una fuerza poderosa, y la ausencia de esa conexión dejaba un vacío doloroso en mi corazón.

Después de no dejar piedra sin mover en mi búsqueda de Daisy, decidí contactar a alguien de mi pasado, alguien a quien no esperaba volver a contactar en mucho tiempo. Mi decisión fue impulsada por la desesperación y la necesidad de respuestas, incluso si significaba revivir recuerdos y relaciones que había mantenido a distancia.

Tomé mi teléfono, deslicé por mis contactos hasta encontrar el número que buscaba. La decisión de llamarlo me llenó tanto de aprensión como de una sensación de necesidad. Sabía que esta llamada me acercaría un paso más a desentrañar el misterio de la desaparición de Daisy.

Con dedos temblorosos, marqué su número, mi corazón latiendo con fuerza mientras esperaba que contestara. El primer timbre se sintió como una eternidad, pero antes de que el segundo terminara, una voz familiar se escuchó en la línea. El silencio colgó entre nosotros por unos segundos, el peso de mi preocupación no expresada presionando sobre mí.

—Hola, Jack— logré decir finalmente, mi voz cargada de incertidumbre y esperanza.

—Hola, hermano— respondió, su voz llevando una mezcla de curiosidad y familiaridad. Jack y yo teníamos una historia, una llena de experiencias compartidas y distancia que había crecido con los años. El hecho de que tuviera que contactarlo subrayaba la gravedad de la situación.

La urgencia de la situación pesaba fuertemente sobre mis hombros, y sabía que no había tiempo para rodeos. Tenía que actuar rápidamente, y tenía que hacerlo discretamente. Las apuestas eran demasiado altas para cometer errores o dudar.

Con el teléfono en la mano, me dirigí a Jack, mi voz baja y decidida mientras comenzaba a explicar el favor que necesitaba. —Necesito un favor. Necesito que envíes la información a Matt. Necesito que encuentre a alguien para mí.

Mis palabras llevaban una fuerza innegable, reflejando la gravedad de la situación. No me preocupaba disimular mi intensidad, ya que las circunstancias exigían acción inmediata. Agradecía que Brianna no estuviera en casa, pues mi comportamiento inusual seguramente habría levantado preguntas que no podía responder.

Jack, siempre inquisitivo, no perdió tiempo en buscar aclaraciones. —¿Puedo preguntar quién es esta persona extraña?

Mi respuesta fue firme e inquebrantable, sin dejar espacio para más discusión sobre el asunto. —No—, afirmé, la palabra pesada con el peso de mi determinación.

—Está bien, le diré a Matt que tienes una misión para él, hermano— reconoció Jack, percibiendo la urgencia en mi tono.

Antes de terminar la llamada, añadí un mensaje de despedida, uno que traía tanto nostalgia como dolor. —Hermano, envía mis saludos a Riley. Las palabras, una simple despedida, estaban cargadas con la compleja historia que Jack y yo compartíamos. Nuestro pasado estaba lleno de dolor y separación, pero en este momento, el lazo de hermandad trascendía los años que nos habían separado.

La presencia de Riley en mi vida era un recordatorio constante de lo que había perdido y la red de conexiones que nos unía a todos. Ella era la pareja de Jack, y había un giro doloroso en su existencia que no podía escapar: ella era la gemela de mi primera pareja, Racheal.

El recuerdo de la desaparición de Racheal aún me perseguía. Había sido un tiempo de turbulencia cuando mi mundo se había trastornado y la búsqueda de ella no había dado frutos. La incertidumbre, el no saber, era una forma de tortura que casi me había llevado a la locura. Nadie, ni siquiera los rastreadores más hábiles, pudieron descubrir su paradero, y la impotencia que sentía era abrumadora.

Pero el aspecto más desconcertante de ese período era el hecho de que Riley compartía el mismo rostro que mi pareja perdida. Era como si el destino me hubiera jugado una broma cruel. Los rasgos de Riley eran idénticos a los de Racheal, un recordatorio constante de lo que había perdido. Su presencia era una paradoja, porque aunque su apariencia era la misma, lo que más importaba estaba ausente: ella no era mi pareja, y el aroma de Racheal no se percibía en ella.

No podía evitar creer que Riley sentía una profunda culpa por la forma en que su apariencia me había afectado en la Manada. Eso había llevado a mi decisión de dejar la Manada, de renunciar a mi posición como Alfa. Lo hice para concentrarme en encontrar a Racheal y dejar de desear a la pareja de Jack, para descubrir el misterio de su desaparición. La Manada y su política se habían vuelto secundarias ante la necesidad de localizar a Racheal.

Cada vez que miraba a Riley, me recordaba a mi pareja, al amor y la conexión que habíamos compartido. Era una experiencia agonizante, similar a tener una herida abierta. La semejanza era asombrosa, y despertaba una mezcla de emociones dentro de mí. Había momentos en que ver a Riley en gestos afectuosos con Jack era casi insoportable. Era como si ella estuviera ocupando el lugar que Racheal había tenido, y el dolor que eso traía era indescriptible.

No tenía ningún derecho sobre Riley, y las complejidades de la situación me hacían sentir impotente. Sabía que ella era la pareja de Jack, y su conexión era fuerte, tal como la mía había sido con Racheal. Pero eso no disminuía la agitación emocional que me invadía cada vez que los veía juntos. Había intentado ser lo más comprensivo posible, respetar el vínculo que compartían, pero había momentos en que el dolor del anhelo era demasiado grande para soportar.

El pasado era una carga pesada de llevar, y el misterio no resuelto de la desaparición de Racheal seguía proyectando una sombra sobre mi vida. El deseo de encontrarla, de reunirme con mi pareja, seguía siendo una fuerza inquebrantable dentro de mí y esa había sido la razón por la que dejé todo atrás excepto a Brianna.

El gesto de enviar mis saludos a Riley estaba cargado de significado, una comunicación silenciosa entre Jack y yo. Era mi manera de transmitir que no tenía intención de intentar reemplazar a Riley como mi pareja. Dejaba claro que la fascinación que una vez sentí por ella ya no era un factor en nuestras vidas. Era hora de que todos avanzáramos, cada uno en su propio camino, cada uno con sus respectivas parejas.

Al colgar la llamada con Jack, no pude evitar sentir una sensación de alivio. Era como si se hubiera levantado un peso, y había navegado con éxito una conversación compleja y emocional. La presencia de Riley había sido un recordatorio constante de lo que había perdido, pero era esencial comunicar que mis intenciones habían cambiado. El pasado era solo eso: el pasado.

A pesar de mi resolución interna, no podía sacudirme la sensación de pesadez que se había asentado sobre mí. Se manifestaba en mi comportamiento, haciéndome parecer somnoliento y distante. Mi anhelo por Daisy, las preguntas sobre su desaparición y las complejidades de mis relaciones convergían para crear una tormenta turbulenta de emociones.

Sin embargo, sabía que no podía quedarme en este estado de melancolía. La urgencia de encontrar a Daisy pesaba mucho en mi mente, y no podía permitirme sumergirme en las profundidades de la nostalgia. Ya había pasado demasiado tiempo en el pasado, reviviendo viejas emociones y recuerdos. El presente demandaba mi atención, y tenía una misión que cumplir.

Con renovada determinación, reanudé mi búsqueda de Daisy en línea. Era una tarea que había consumido mis días y noches, una búsqueda implacable para descubrir cualquier rastro de ella. La incertidumbre sobre su paradero era enloquecedora, y no podía descansar hasta encontrarla, hasta saber que estaba a salvo.

Mientras continuaba rastreando el internet en busca de pistas o indicios, una voz familiar llamó, trayéndome de vuelta al presente.

—Papáaaa, estoy en casa— la voz de Brianna resonó por la casa, llegando a mis oídos aunque ella estuviera a cierta distancia.

El sonido de su voz era como un salvavidas, un recordatorio de la familia que aún tenía, a pesar de los desafíos y complejidades que habían marcado nuestras vidas. Brianna era mi ancla, la única constante en un mar de incertidumbres. Su presencia era una fuente de consuelo y fortaleza, y no pude evitar sentir una oleada de gratitud por la hija que había estado a mi lado a través de todo.

Con renovada energía, le llamé —Bienvenida a casa, Brianna—. Mi voz llevaba una calidez que desmentía la turbulencia dentro de mí. Ella era mi razón para seguir adelante, para continuar la búsqueda de Daisy y para enfrentar las complejidades de mi pasado. Brianna merecía un futuro libre de las sombras que habían oscurecido nuestras vidas.

Previous ChapterNext Chapter