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38. Mi madre

JADE

La puerta de nuestro dormitorio se abrió lentamente, interrumpiendo el silencio de la atmósfera. Luciano entró, su apariencia sombría pero reservada. Me senté en la cama y aparté el edredón de mis piernas. Dejé caer la novela que estaba leyendo en la cama y me moví un poco para que Luciano pud...