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Capítulo 46

Llegué a casa con la misma expresión lívida que tenía cuando salí del laboratorio. Podía sentir el sudor frío en mi frente, la palidez de mi rostro, la inestabilidad de mis piernas y manos, el puro pánico en mis ojos aún bien abiertos.

"¿De verdad estás bien, hija?", escuché decir a mi madre tan pr...