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Capítulo cuarenta y cuatro

Rose

Mis ojos permanecen en su tumba; ya no tengo más lágrimas para llorar después de haber llorado tanto en los últimos días. No puedo evitar seguir recordándonos, aunque los recuerdos se desvanecen, pero se supone que deben ser atesorados. Pase lo que pase.

Sé que Elia ha estado parado a unos po...