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Capítulo treinta y ocho

Elia

''La cagué,'' susurro.

Mis ojos se dirigen a sus labios, viéndolos sonreír con desdén—de alguna manera, haciéndome dar cuenta de lo tonto que he sido. Un tonto por romper su frágil corazón; la hice enamorarse de mí y ella lo hizo solo para que yo la dejara sufrir. ¿Cómo pude ser tan estúpido?...