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Me atrapó.

La puerta se cerró de golpe detrás de mí, y el silencio de la casa me envolvió como una segunda piel. Mis nudillos palpitaban, partidos y magullados por golpear a Luke, pero el dolor en mis manos no era nada comparado con la furia que aún hervía en mi pecho.

Luke Carter.

Ese cobarde. Había estado ...