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LA CONFESIÓN DE VIOLET

Ryan no dejó de caminar hasta que estuvimos bien lejos de la cafetería, su agarre firme mientras me guiaba hacia el jardín detrás de la escuela. En el momento en que llegamos al espacio tranquilo y apartado, se giró, sus penetrantes ojos verdes fijos en los míos. Su ceño fruncido, mandíbula apretada...