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CAPÍTULO 68 Colmillos en la ventisca

El viento de la tormenta rugía como una bestia viviente fuera de la vieja iglesia, sus garras heladas rasgaban las ventanas de vitrales, la nieve golpeándolas como puños desesperados por entrar. El mundo más allá se había disuelto en un vacío blanco y turbulento—sin árboles, sin estrellas, sin horiz...