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CAPÍTULO CUARENTA

LUCIAN


¡Maldita sea!

Mi pecho subía y bajaba con respiraciones irregulares.

¡Me engañó!

Las palabras no dejaban de repetirse en mi cabeza sin importar cuánto lo intentara.

Era continuo, lentamente volviéndome loco.

Ella había escupido esas mentiras de ...