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CAPÍTULO 37

Llamé a la puerta de Martha, con un plato lleno de tortilla de queso y verduras y tostadas en una mano y una gran jarra de leche en la otra. Sanar requería energía, y nadie tenía más hambre que un lobo en proceso de curación.

—¿Eres tú, ragazza? No puedo oler por encima de este medicamento... —su v...