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CAPÍTULO 36

Me agaché, cerca del suelo, apoyando las manos en el piso. Largas marañas negras me obstruían la visión. Mis manos estaban limpias, y el resto de mi cuerpo también; me habían sujetado y frotado la piel hasta dejarla en carne viva.

Estaba en una habitación larga y estrecha, cuyas luces lastimaban mi...