




CAPÍTULO 4 ¡La atmósfera lujuriosa!
En la oficina de Evidence,
La atmósfera lujuriosa seguía presente.
Ella continuaba chupando el lado izquierdo de sus pezones, asegurándose de que sus dos manos no estuvieran inútiles. Usaba cada mano para tocar y acariciar su cuerpo. Colocó su brazo izquierdo en el lado derecho de su pecho, dándole un masaje completo, mientras que la otra mano, en el lado izquierdo, se movía lentamente hacia su ingle.
Él no pudo evitar agarrarla y acostarla en el suelo.
Con ambos ojos cerrados, sus manos acariciaban su cuerpo mientras un beso lujurioso seguía, haciendo que la chica gimiera de placer pero no pudiera acariciar su cuerpo de la manera que quería porque él no se lo había permitido.
—Puedes disfrutar del momento —dijo él.
Él le dio instrucciones y, al escuchar esas palabras, el deseo de tenerlo dentro de ella se manifestó en ese momento, haciéndola comenzar a acariciarlo como si su vida dependiera de ello. Cada toque suyo estaba lleno de emociones. ¡Estaba tan excitada! ¡Por supuesto, debía estarlo! Evidence era algo más en la cama. Sabía exactamente dónde tocarlas y ¡boom! Se mojaban. Era un señor del sexo o, mejor dicho, una máquina sexual. Nunca se cansaba ni eyaculaba rápido. Además, siempre estaba ágil y esa era la principal razón por la que algunas mujeres casadas dejaban sus hogares solo para venir a verlo y trabajar para él.
Pocos momentos después, con ambos ojos cerrados, sus labios aún sobre los de ella, su mano se movió hacia sus pezones. Empezó con el izquierdo. Lo apretó tan suavemente que ella no dejaba de gemir lo más fuerte posible y no podía esperar a que él metiera su pepino en su coño.
Su toque suave era algo a lo que ella no podía resistirse, tenía que dejarlo salir gimiendo de gran placer.
No es de extrañar que todas las mujeres quisieran a alguien como él.
Después de terminar con el lado izquierdo de su pecho, se concentró en el derecho. Le dio un toque suave y, también, con la ayuda de su boca y lengua, la hizo ver estrellas.
Después, le dijo los movimientos que quería que ella hiciera en él, lo cual ella hizo. Luego comenzó a besarla de nuevo, pero esta vez, el beso estaba lleno de tanta lujuria. Después del beso, se centró en sus dos naranjas por segunda vez, lamiéndolas como si hubiera estado privado de naranjas durante mucho tiempo. Pocos minutos después, dejó las naranjas después de estar satisfecho con eso, luego movió sus manos alrededor de su cuerpo, acariciándolo como si estuviera tratando de exprimir jugo de naranja de su fuente. Su mano se movió lentamente hacia su muslo, tocándolo suavemente como si estuviera buscando algo. 10 segundos después, encontró lo que estaba buscando.
—Oh, aquí está —dijo.
Jugó con ello como un niño jugando con su juguete favorito.
Acababa de encontrar ese punto, ese punto que ella había esperado tanto tiempo que él tocara. ¡Ah! Esto es el cielo.
Sus dedos jugaban alrededor de ellos. Movió sus dedos arriba y abajo sobre su clítoris, haciendo que ella apretara su agarre sobre él. Ella simplemente no quería que él se detuviera.
Gimió de placer.
—Arrrh, Arrrh, por favor... no... pares...
Suplicó mientras disfrutaba del momento.
Mientras tanto, su otra mano seguía en una de sus naranjas, dándole un suave masaje y sus labios sobre los de ella también.
Ella respondió al beso de su jefe con tanta intensidad, pero unos momentos después, sus labios dejaron los de ella y fueron a su región inferior para devorar la deliciosa comida frente a él. Ella gimió tan fuerte, y no tenía miedo de que la gente la escuchara porque estaba tan segura de que los trabajadores estaban ocupados con su trabajo y en cuanto a los guardias, eso no era un problema porque no se atreverían a espiar a su jefe cuando hacía el amor. Mientras esas actividades continuaban, su agarre sobre su querido jefe se volvió tan fuerte como si nunca quisiera soltarlo.
—Estoy a punto de entrar —dijo él. La empleada no dijo una palabra, pero en cambio le respondió con una actitud que describía la frase «He esperado demasiado tiempo para esto». Unos segundos después, el hombre se sumergió, y ella gimió tan fuerte, con sus ojos llenos de placer. Minutos después, ambos alcanzaron el cielo.
—Ve y límpiate —dijo él mientras la empleada caminaba directamente al baño para limpiarse mientras él la esperaba. Después de unos minutos, ya estaba limpia y vestida. Una vez que salió, él le indicó que se fuera diciendo:
—Aún tengo tu número de cuenta.
Inmediatamente ella se fue, él entró al baño y también se limpió, pero al salir del baño, su teléfono sonó.
—Hola jefe. El señor Deon está trazando la línea de batalla, creo que deberíamos encargarnos de él ahora.
—¿Cuál es el problema? ¿Qué ha hecho?
—Jefe, en nuestro camino para entregar la mercancía, nos detuvo en el camino con algunos de sus hombres e intentó tomar las cosas que íbamos a entregar.
—¿Dónde está ahora?
—Se fue justo cuando le dije que iba a informarle sobre esto.
—¿Pero has podido entregar las cosas al orfanato?
—No, jefe. Estamos casi allí, así que definitivamente lo haremos.
—Está bien, entonces, sigue adelante, me encargaré de eso.
Terminó la llamada mientras marcaba un número.
—¿Dónde está el clip?
—Está en un lugar seguro, jefe.
—Asegúrate de que nadie se apodere de él, y en segundo lugar, lo necesitaré pronto.
—No hay problema, jefe.
Terminó la llamada.
Pocos momentos después, entró otra llamada.
En el teléfono...
—Hola señor, una dama llamada Rose está aquí para una entrevista de trabajo.
—Déjala entrar.
Terminó la llamada y se sentó con el fuego ardiendo en sus ojos mientras escuchaba un leve golpe y un pequeño sonido de una puerta abriéndose.